Buscar

Felicitamos a los trabajadores y trabajadoras de Renault por la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad

  • La formación considera que hubiera sido deseable que el Comité de Empresa de la Factoría en Valladolid hubiera intervenido en el acto de este sábado

La estrechísima relación de FASA-Renault con nuestra ciudad es más que evidente. Su puesta en marcha tuvo que ver con el desarrollo de algunos de los barrios obreros más emblemáticos de nuestra ciudad y con el exponencial crecimiento demográfico de la segunda mitad del siglo XX. Todo ello es incuestionable, qué duda cabe.

La historia de FASA es, sin duda, la de sus directivos, pero en igual o mayor medida la de los miles de trabajadores y trabajadoras que por allí han pasado. Y es la de sus logros y la de los proyectos de vida que se han podido materializar gracias al jornal recibido, pero también la de los conflictos laborales y las luchas obreras. Sin ir más lejos, Tomás Rodríguez Bolaños, ex alcalde e hijo predilecto de esta ciudad, fue despedido de la factoría por participar como sindicalista en las huelgas de 1974 y 1975 y solo fue readmitido cuando la empresa se vio obligada por la amnistía laboral de 1977.

Cualquier empresa es un lugar donde se desarrolla el lógico conflicto de intereses entre quienes la dirigen y quienes trabajan para ella. Poner el foco exclusivamente en la propiedad o la dirección de la empresa es una visión demasiado simple y muy poco justa de la economía, por eso propusimos una enmienda en el pleno para que la medalla fuera a los trabajadores y trabajadores.

Sin duda Valladolid le debe mucho a FASA – Renault, pero tanto o más le debe la empresa a las miles de personas que allí han trabajado mañana, tarde y noche desde hace décadas.

Nuestro grupo no duda que el señor de los Mozos tuviera un papel esencial en la permanencia de la factoría en Valladolid. Pero si queremos actuar con justicia habrá que tener en cuenta otros factores que han sido decisivos para ello. Cuando estaba en vilo la continuidad de FASA, su plantilla ha aceptado importantes recortes en sus condiciones laborales. Y las administraciones públicas inyectaron dinero público abundante para evitar que se marcharan a lugares donde la producción salía más rentable, fundamentalmente por ofrecer mano de obra más barata.

Agradecemos que en la mañana de este sábado el reconocimiento público fuera también a las miles y miles de personas y familias vallisoletanas que han entregado su vida, y en muchos casos su salud, trabajando en esa factoría.