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María Sánchez: «No es momento de sentarnos a esperar a ver qué nos depara el futuro, sino de trabajar para construirlo»

María Sánchez interviniendo en el Pleno telemático
  • Intervención de nuestra concejala y portavoz del Grupo Municipal Valladolid Toma la Palabra en el Pleno telemático del Ayuntamiento de Valladolid, centrado en la crisis generada por el COVID-19, del viernes 17 de abril

Nos vemos hoy en un pleno atípico. Tan atípico como el día a día al que ya nos estamos empezando a acostumbrar tras más de un mes de confinamiento en nuestras casas. Y mi primer reconocimiento quiero que sea al ejemplar civismo y sentido de comunidad que nuestra sociedad está demostrando. Siempre hay excepciones, por supuesto, pero anecdóticas. Si hace solo unas semanas nos hubieran dicho que millones y millones de personas íbamos a asumir la necesidad de renunciar a tantas cosas, de parar nuestras vidas, difícilmente lo hubiéramos creído. Esta dura situación ha venido a recordarnos cuanta verdad hay en esa máxima de que “la salud es lo primero”.

En una de esas conversaciones telemáticas que todo el mundo estamos teniendo con familiares y amistades, salía una de esas inevitables reflexiones de estos días: “¿Estamos actuando así de responsablemente por solidaridad con el conjunto de la sociedad o por nuestro propio miedo a enfermar o a que le pase algo a alguien cercano?”. Pues quizá esta situación nos está ayudando a ver que ambos planos no están tan distanciados. Nos damos cuenta de que nuestros miedos y preocupaciones son, básicamente, los mismos que los de cualquiera de esas otras personas con las que convivíamos sin prestarnos mucha atención. De que lo mío no es solo lo mío; es lo nuestro. Y comprobamos, como en tantos otros casos, que las soluciones pasan por cooperar, por cuidarnos mutuamente, y no por el sálvese quien pueda.

Por eso de pronto hemos pasado a valorar tantísimo ese trabajo imprescindible del personal sanitario al que aplaudimos cada tarde. Pero también el de auxiliares de clínica en las residencias, el del servicio de ayuda a domicilio y tantas otras tareas, habitualmente muy poco valoradas e incluso menosprecidas socialmente. Quiero agradecer muy especialmente el ejemplar desempeño del personal municipal que, ya sea en primera línea en los servicios municipales o teletrabajando desde casa, mantienen en funcionamiento esta casa para dar servicio a la ciudadanía.

Y quiero mencionar también a todas esas iniciativas solidarias de gente que está confeccionando material de protección o que se está organizando en los barrios para ayudar a quienes no pueden bajar a la compra o realizar otras tareas. Una situación de necesidad es capaz de sacar lo mejor de nuestra sociedad.

Pero no podemos perder de vista que también puede hacer surgir lo peor. En los últimos días hemos conocido casos de vecindarios que presionan a personas que trabajan en hospitales, supermercados u otros lugares de riesgo por temor a que les puedan contagiar. O hemos visto cómo hay quien increpa o incluso denuncia a personas que están en la calle que luego resultaban ser menores con trastorno de espectro autista, que salen por prescripción médica, o incluso personal sanitario que vuelve de trabajar.

Y cuando surge esta pugna entre la solidaridad y el egoísmo, entre la empatía y el odio, la responsabilidad de las instituciones públicas es contribuir a dar a la gente seguridad y certezas. Porque es en la inseguridad y el miedo donde nacen este tipo de comportamientos indeseables. Debemos trabajar para que la gente sienta que no debe afrontar esta situación sola. Ni lo de hoy, ni lo que está por venir. Porque quedarse en casa es un pequeño esfuerzo comparado con no saber si se conservará el trabajo, si se podrá volver a abrir un pequeño negocio, o si se podrá seguir pagando el alquiler.

En ese sentido creo que, dentro de nuestras competencias, el Ayuntamiento de Valladolid está poniendo su parte. Se ha adaptado un nuevo espacio para las personas sin hogar (en el Centro Integrado), y se prepara el Centro San José del Pinar para la misma función, con atención a 70 personas. Se ha incrementado el contrato con Cruz Roja. Se han comprado 104 teléfonos para que los trabajadores de los CEAS puedan atender necesidades de los Servicios Sociales a distancia.

Se ha suspendido el cobro de alquileres en VIVA para quienes han dejado de recibir ingresos. Se ha creado un fondo social de 120.000 euros desde Aquavall para familias, autónomos y PYMES con garantía de que no habrá cortes de suministro. Se está prestando servicio de catering para 126 niños y niñas y se han dejado de cobrar las escuelas infantiles. Se facilita el fraccionamiento y la ampliación de plazos para el pago de tributos y se ha agilizado el pago de casi cuatro millones de euros a contratistas y proveedores. Se han acordado bonos de descuento en el comercio local financiados por el Ayuntamiento y otras medidas de apoyo al sector. Se están adaptando programas e iniciativas culturales, formativas y deportivas para poder realizarlas desde casa.

Y junto a todo esto, no se olvide, se mantiene, dentro de lo posible, la actividad ordinaria. Es muy posible que todo esto sea insuficiente, pues las necesidades que se generan en una situación como esta son ingentes. Pero no olvidemos que se ha puesto en marcha en apenas un mes, con todas las dificultades y excepcionalidades propias de la situación. Creo que, junto con las medidas que están tomando el resto de administraciones para evitar abusos en los despidos, para aliviar la situación de los autónomos o para asegurar un ingreso mínimo vital, apuntamos en la dirección correcta. Con errores, seguro; con carencias, sin duda. Pero teniendo claras cuáles son las prioridades y trabajando por ello.

Ahora lo que menos necesitamos como sociedad es una guerra por ver quién está más compungido, necesitamos unos servicios públicos de calidad, volcar los recursos en su cuidado. Espero que comportan la opinión. Ante tanta pregunta esperamos que tengan también alguna propuesta. Por favor, lean con detalle el informe remitido de 120 páginas. Y sí, sinceramente, creemos que no es de recibo cambiar la forma de actuar en función de que las reuniones sean privadas o públicas.

Cuando señalaba que lo decisivo era que las instituciones tengamos claras las prioridades no era un mero eslogan. He enumerado varias cosas de las que se han hecho y cada cual puede juzgar si son correctas o incorrectas, suficientes o insuficientes. Pero se ha asumido que deben hacerse múltiples esfuerzos y asumir gastos extra, a pesar de que esta situación previsiblemente mermará notablemente los ingresos municipales. Se ha dejado de recaudar la ORA, pero además se recaudará menos en licencias e impuesto de construcción, a través de ventas de suelo, o se están resintiendo ya de forma muy notable los ingresos de AUVASA. Cuando digo que se tienen las claras las prioridades es porque todo eso, ahora, es secundario. Y no siempre, no en todas las crisis, ha sido así, ni mucho menos.

Con excepciones hoy, el ambiente político local, por suerte, es mucho más razonable que el estatal. Cuando ocurre algo así, una piensa que tendría que servir para aprender, para dejar la confrontación innecesaria y la irresponsabilidad de lado. Pero lamentablemente estamos viendo que la oposición a nivel estatal no va por ese camino.

Los gobiernos estamos obligados a tender la mano porque los acuerdos no son solamente deseables, son necesarios para llevar a cabo medidas. Actuar frente a la desgracia, la tragedia, no solo es oportuno. Es obligado. Pues en medio de la tormenta y el vendaval hay que seguir intentando gobernar la nave. Esperar a que escampe para decidir no es una opción. Como tampoco encomendarse a que las respuestas lleguen de fuera. La prudencia política avala la responsabilidad y el saber dónde se está. Pero no la inacción.

Y que nadie se engañe, se ha demostrado que lo que más nos fortalece como sociedad es tener unos servicios públicos fuertes, respaldados, financiados convenientemente. Y por eso es lo que ha de guiarnos a las administraciones desde el día después.

Lo que estamos viviendo en estos días parece una distopía fuera de la realidad. Recuerda a algún relato de ese género literario apocalíptico en el que se describen situaciones extrañísimas que parece que nunca van a suceder. Pero ahora estamos sumidos en uno de esos mundos que resultan tan ficticios como indeseables.

Tenemos que seguir actuando. Con la incertidumbre de no saber exactamente la duración de esta situación, ni la profundidad de sus efectos. Pero con la decisión de hacer ahora todo lo que sea necesario, sin esperar.

Afortunadamente, partimos de una situación económica saneada que nos debería permitir afrontar la crisis sin excesivos agobios. Y, en esa línea, hemos contribuido desde este gobierno a la línea defendida por la Federación Española de Municipios y Provincias en su documento de “Medidas económicas extraordinarias para paliar los efectos económicos del coronavirus” relativas a la flexibilización de la regla de gasto, prorrogar el destino del superávit de 2019, habilitar medidas extraordinarias de apoyo a la liquidez, etc.

¿Y a qué nos referimos con hacer ahora todo lo necesario? En nuestra opinión, eso se concretaría en el ámbito local en asumir un plan de acción o batería de medidas, como quiera llamarse, que haga frente a los gastos no previstos que se han realizado hasta ahora y los que se prevén para los próximos meses.

Por ejemplo, los contratos de asistencia social o ampliaciones de los existentes (Cruz Roja, Teleasistencia, Ayuda a domicilio), así como la ampliación de las ayudas de emergencia o el apoyo psicológico. Pero también la reducción de ingresos por alquileres de viviendas, o por el fondo social de Aquavall, la adaptación de espacios para atender a las personas sin hogar, la adquisición de material de protección, equipos de teletrabajo y material para la desinfección, o el servicio de catering para población escolar o mayores. Por supuesto, los refuerzos a servicios como Limpieza, Policía, Bomberos, etc.

Del mismo modo, habrá que hacer frente a la caída de la actividad en determinados servicios o áreas, especialmente en Cultura y Deportes, áreas generadoras de mucho empleo en la ciudad, y por supuesto en Auvasa. Y suspender definitivamente los eventos que deberían haberse realizado o puesto en marcha para estas fechas, y que presumiblemente no se podrán realizar con suficientes garantías.

Nos parece muy importante tener en cuenta que, incluso aunque el confinamiento pudiera concluir pronto, hay una parte importante de la población que va a seguir mucho tiempo confinada. Por lo que deberían tomarse medidas para reforzar las actividades que puedan realizarse o seguirse en el domicilio propio.

Y debe crearse un fondo de contingencia, cuando sepamos qué se empleará desde instituciones supramunicipales, para paliar los efectos de la crisis. De carácter extraordinario, con medidas para el comercio, como las que ya se han comenzado a anunciar, la hostelería, el sector de la cultura, la venta ambulante y otros sectores afectados.

Pero, para concluir, junto a todas estas tareas inmediatas, debemos ser capaces de ir trabajando, con la colaboración de todos los grupos municipales y los agentes económicos y sociales de la ciudad, en un plan, estrategia de impulso económico y social para recuperarnos del grave impacto que tendrá esta crisis. Conviene elaborarlo para tener perspectiva. Para crear confianza. Y para organizar el trabajo próximo con la mayor eficacia. Debería tener un contenido amplio, referido a los servicios sociales, el empleo, las escuelas taller y el nuevo albergue, la vivienda, los barrios vulnerables y la rehabilitación, el medio ambiente, la agroecología, la cultura, el deporte, a un modelo de fiscalidad basado en la solidaridad, a la participación, la democracia y la igualdad.

“¿Qué sociedad saldrá de todo esto?”, nos preguntamos a menudo. Bueno, pues no es momento de sentarnos a esperar a ver qué nos depara el futuro, sino de seguir trabajando para construirlo.


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