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Revista ¡Seguimos! | Artículo nº 1 | La burocracia, la dignidad y la vida

  • Artículo número 1 de los 13 de la Revista de Valladolid Toma la Palabra, sobre derechos de la ciudadanía

En el colegio nos enseñaban el significado de las palabras, a sumar y restar, a sentarnos y comportarnos… Se suponía que todo eso nos iba a servir para enfrentarnos a la realidad. Aprendimos a llamar «accidentes» a las irregularidades del terreno o a un pequeño golpe con el coche que quizá nos pueda amargar un rato entre el susto y el papeleo con la aseguradora, pero que no nos cambiará la vida.

Y, mientras, vamos acumulando otros «accidentes» sin saber siquiera nombrarlos: quedarse sin trabajo, no llegar a fin de mes, plantearse vender una casa por falta de solvencia y hacer las maletas en dirección a casa de tus padres o buscando destino en un viejo mapamundi escolar para abrir alguna puerta cerrada en tu ciudad.

En el colegio aprendimos gramática, matemáticas, hicimos las cosas bien. Pero no nos enseñaron a hacer frente a estos accidentes. Ni cómo funciona el mercado eléctrico, o cómo rellenar un formulario para solicitar una ayuda. Ni a mirarnos, ni a tocarnos. Nada de lo que nos enseñaron nos sirve cuando estamos ante una ventanilla de la administración, frente a alguien extraño que desconoce nuestros accidentes y de quien, tal vez, necesitemos más una mirada de comprensión o un abrazo para no derrumbarnos bajo el peso de la burocracia, una palabra que no aprendimos en la escuela.

Por eso, desde que Valladolid Toma la Palabra llegó al Ayuntamiento, buscamos un nuevo lenguaje para nombrar lo que nos está pasando y unas cuentas diferentes que den sentido a nuestra economía. Hablamos del derecho a la ciudad —porque no es un fin en sí misma, sino un medio para llevar vidas dignas— y de la ciudad de derechos —porque la desigualdad es solo un síntoma de sus patologías—. Y formar parte del gobierno municipal nos obliga a reinventar una caja de herramientas que resuelvan los accidentes de la vida cotidiana.

Apostamos por una ciudad accesible para movernos —con tarifas sociales y abono metropolitano en el transporte público— y para entender su funcionamiento —con una disminución de trámites para la gestión de ayudas—. Necesitamos una ciudad acogedora desde la infancia —con ayudas escolares para materiales, comedores  y deporte base— y estimulante a medida que crecemos –recuperando la educación de personas adultas—.

Urgimos además una especial atención a quienes han tenido accidentes más graves: un Plan Integral contra la Pobreza y la Exclusión Social que contemple medidas dentro y fuera de nuestros hogares para que ninguna casa quede sin suministros básicos (agua, electricidad, gas); para que los presupuestos de acción social permitan el acompañamiento de profesionales a familias en situación vulnerable; para que los programas formativos se conviertan en verdaderos itinerarios de inserción laboral; para que el Plan de Vivienda Pública permita iniciar proyectos vitales dignos; para que dialoguemos y apoyemos a organizaciones y experiencias de economía solidaria y cooperativa.

La muerte es un accidente irreversible. Y hemos pensado en quienes nos dejan sin apenas recursos, ofreciéndoles servicios funerarios gratuitos. También pensamos en quienes nos dejaron hace tiempo, en circunstancias muy diferentes, apoyando la exhumación de sus cuerpos y brindándoles nuestra memoria. Memoria y dignidad son palabras que tampoco aprendimos en el colegio, pero nos hacen demasiada falta en estos tiempos.

La muerte es un accidente irreversible pero, muchas veces, evitable. Necesitamos desaprender la palabra violencia. Queremos miradas y abrazos. Quizá nos sorprendiera que alguien extraño en una ventanilla un día lo hiciera. Mientras llega ese día, desde Valladolid Toma la Palabra trabajamos por una ciudad justa, digna y amable.