(foto: Ricardo Otazo)
«El local se quedó pequeño» suena a tópico, pero es que más de 150 personas desbordaron ayer el salón de actos del Centro Cívico Esgueva, que apenas tiene 120 plazas. Más de 150 personas reservaron la tarde del miércoles para acudir a un acto político que se iba a alargar más de dos horas (¡buf!) para conocer a los aspirantes a formar parte de la lista electoral de este proyecto político municipal.
En el ecuador de la campaña electoral, era la oportunidad de conocer en persona los perfiles, las motivaciones e inquietudes de los 20 hombres y 17 mujeres que se presentan a esta ‘carrera electoral’.
Toma la Palabra: una escuela de calor
Hacía calor y mucho, en parte porque la climatización de los lugares públicos no es muy eficiente, la verdad, pero sobre todo por el calor humano, el que surge del corazón y del ánimo de quienes estábamos allí insuflando calorías de esperanza a la sala y a este proyecto.
En el escenario, un atril por el que cada aspirante fue desgranando su presentación. Detrás, el resto de ‘contendientes’ arropando con aplausos y sonrisas. No era una pose ni un cuadro diseñado por un experto en mercadotecnia política: era la evidencia de que este proyecto político es otra cosa y que hacer política es algo serio, pero lo es también hacerlo con alegría.
No son rivales, sino compañeros y compañeras de camino que se sonreían y compartían sus nervios, y sobre todo un proyecto común basado justamente no en competir sino en colaborar.
Protagonistas dentro y fuera del escenario
Sobre el escenario no había ni una sola persona ajena a algún movimiento social de la ciudad: es gente que trabaja altruistamente por el bien común y que entienden el acceso a las instituciones como un paso más en sus ganas de transformar una realidad grisácea que se han trabajado en las calles y barrios durante años. Ayer estaban todas detrás de una pancarta, o recogiendo firmas, haciendo escritos de denuncia o informando a sus vecinas. Ahora se presentan para llenar el Ayuntamiento de experiencia y de saber hacer ciudad.
Todas ellas destacaron que Toma La Palabra no es posible sin una maquinaria de personas voluntarias que la han echado a andar; somos buena gente rodeada de gente buena, cientos de personas que con nuestras ganas, trabajo, opiniones y discrepancias vamos a ser los protagonistas políticos de nuestra ciudad.
Un proyecto de la gente harta de resistir: ahora vamos a construir
Los argumentos que escuchamos ayer fueron en positivo, apenas alguna referencia velada al «contrario»… pero sobre todo una mirada limpia y capaz de hacer un Ayuntamiento de y para la ciudadanía. Porque en eso consistía la política desde las instituciones, ¿no? El diálogo es el ADN de nuestro proyecto, un diálogo que es necesario y va a ser imprescindible de aquí en adelante.
Las motivaciones giraron entre la ilusión y la reivindicación, entre el hartazgo y las ganas de un proyecto de cambio que empodera a las personas: «Yo de este tren ya no me bajo; Valladolid Toma La Palabra ya ha ganado»; «Activismo con corazón»; «Un proyecto que trasciende lo electoral»; «política desde el amor»; «vamos a darle la vuelta al ayuntamiento», etc. ¡Y qué currículums! Formación y rigor encima del escenario, se comentaba en la sala.
Este proyecto de cambio no es solo un cambio retórico, sino uno lleno de ideas y propuestas reales asentadas firmemente sobre el asfalto. Cualquiera de nuestros candidatos y candidatas sabrá llevarlas al Ayuntamiento y el resto seguiremos detrás trabajando por un Valladolid mejor.
