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8 de marzo: día internacional de la mujer

Hoy, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, día ya de tradición centenaria vinculado a la mujer trabajadora, que fue oficializado hacia 1975. No es un día festivo, sino de reivindicación clara de la igualdad de derechos, esa igualdad que mucha gente cree que ya está conseguida y que sin embargo la realidad, a golpe de titular, nos demuestra que aún está lejana.

La desigualdad de género continúa siendo una de las lacras estructurales que más afecta a escala global y se refleja de diversas formas en función del país o la cultura. Las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda en muchos casos. Podemos ver esa desigualdad muy cerca, en muchos aspectos que aún siguen siendo invisibilizados, pero que son fundamentales para construir una sociedad en la que prime la igualdad de derechos.

No hay más que pensar en los cuidados, que siguen siendo una tarea fundamentalmente feminizada ya sea a menores, mayores o personas dependientes. También podemos mirar el ámbito laboral: la desigualdad salarial en nuestra comunidad supone para las mujeres cobrar un 25% menos que los hombres, el trabajo precario conduce al mayor porcentaje de exclusión social y pobreza e incluso es evidente la falta de acceso a cargos de poder.

Y, por supuesto, es necesario recordar que desde que empezó el año ya han sido asesinadas doce mujeres, sin contar todas las denuncias o todas las mujeres que han podido escapar de la espiral de la violencia de género.

Indudablemente, en las últimas décadas hemos progresado, pero la desigualdad sigue presente en la esencialización de lo que supone ser mujer, condensado en un modelo único de inferioridad que se justifica en un pretendido determinismo biológico. Podemos percibir la cosificación de las mujeres en muchos ámbitos: la publicidad es quizá el ámbito más ilustrativo, por evidente, pero persiste en multitud de actitudes cotidianas, las que denominamos micromachismos, que naturalizan y perpetúan la desigualdad.

Son precisamente esas vulneraciones constantes, incluido el mito del amor romántico que sitúa a las mujeres como las princesas que han de ser rescatadas por un príncipe azul (sin atender tampoco a la diversidad sexual), las que alertan de desigualdad en las relaciones entre jóvenes. Se están perpetuando roles que podríamos creer ya desaparecidos y que deben ser combatidos mediante una educación sexual integral que eduque hacia relaciones igualitarias.

Debemos trabajar desde todos los ámbitos para conseguir que nuestra sociedad esté exenta de discriminación y desigualdad, debemos desarrollar políticas públicas dirigidas a promover la sensibilización y medidas sociales y laborales que posicionen a las mujeres en situación de igualdad para que las mujeres seamos ciudadanas de pleno derecho. Y es nuestra obligación como sociedad trabajar para eliminar todo resquicio de discriminación en actitudes cotidianas y en los grandes problemas estructurales.

Por ello queremos hacer un reconocimiento expreso a la lucha histórica de las mujeres a través del feminismo, de los feminismos, como herramienta irremplazable para conseguir la igualdad entre mujeres y hombres. Somos personas autónomas, responsables, libres e iguales en la diversidad, y por ello, debemos seguir luchando como hace un siglo. Es una lucha de todas y de todos que recordamos hoy 8 de marzo, pero que debemos librar cada día.