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Color, bien común y una ciudad en la que sea bonito vivir

  • Crónica de la presentación de los treinta candidatos y candidatos a conformar nuestra lista a la Alcaldía de Valladolid

Hace cuatro años un grupo de gente se echó a suertes la inicial con la que arrancar la presentación de una candidatura construida a puro pulso. Cuatro años después, quién sabe si por la experiencia de gobierno o porque hay quien se reconocía muy práctica, hemos seguido un orden alfabético, que no le ha restado color, que sí, hay quien sueña con una ciudad colorida, ni un ápice de ilusión.
Porque mira que ser madre, lesbiana y hostelera, no requiere en estos tiempos el valor de montarte en un zepelín de color arcoíris para escaparte un poco de la realidad. Menos mal que les hay que se jubilan, pero solo a efectos de la seguridad social, porque no se pierden una plantación, una asamblea vecinal, y hasta son capaces de armarte un proyecto de viviendas compartidas autogestionadas.
Hay mujeres jóvenes que no quieren sumar más barreras, a las que ya se puede encontrar cualquiera en su relación con la administración, y apuestan por un empoderamiento digital. Economistas que dan el callo en clase, a sus alumnos y alumnas, pero con una mirada nada ortodoxa, y aprovechan cualquier ocasión para aclararle a la gente que también hay una economía del bien común; o que viven a caballo entre dos ciudades porque su proyecto de investigación une economía y la disponibilidad de recursos, y cree que las ciudades han de liderar el cambio hacia modelos de transición energética.
Exconcejales jubilados que lo mismo te hacen rutas por el cementerio, como excusa para hablar de la historia de la ciudad, que te escriben un libro o te cuentan qué eran los pozos de agua. También ha habido quien ha reconocido el punto de insensatez que supuso presentarse hace cuatro años y revalidar la apuesta ahora.
Y quien lo hace por primera vez, como una joven abogada, o un arquitecto socorrista comunista… anda que no es original la gente. Una educadora social, que nos ha dejado un vídeo porque andaba de viaje, y lo que hacen las tomas, que cualquiera diría que quiere los votos a palazos.
Un profesor de historia jubilado al que no se le escapa ni una sola cooperativa, que cree en la bondad y el consenso y, además, los practica. Un deportista con diversidad funcional, una deportista que estaba de campeonato y nos ha contado en su vídeo que entre su trabajo y el atletismo también saca tiempo para hacer cervezas artesanas. Hay que ver qué bien se organiza el personal.
Siendo una candidatura por Valladolid, no podía faltar alguien que hubiese trabajado toda su vida en FASA-Renault, siendo, como no, sindicalista. Los hay que han caído enfermos, justo hoy, pero desde la cama y con fiebre no han querido dejar de reivindicarse como anarcosindicalista, amante de las flores y defensor de un ferrocarril integrado, cuyos túneles se transformen en puentes.
Una antropóloga siguiendo la pista de las mujeres por las calles de Valladolid, o una química que casi no deja un ojo seco recuperando la memoria de un padre que le legó, quizá sin ella saberlo entonces, una cultura asamblearia. Una investigadora de dinámica de sistemas, que sabe que lo del cambio climático va más en serio de lo que parece, y busca alternativas coherentes con los límites de nuestro único Planeta.
Ese en el que -como en la política- no hay nichos vacíos, y desde la radicalidad que haga la esperanza posible, tenemos que ocupar. A lo mejor nos viene bien un manual de la buena candidata: trabajo, escucha y sobre todo poner también el corazón en la participación. Desde la cultura, la de altura, esa que hace a las ciudades bonitas, pero sin olvidar la de la calle, la cultura popular, la única que hace que sea bonito vivir en una ciudad.
Gente que no ha venido de gala, sino como suele andar por la calle, organizando un festival de cine a favor de la diversidad sexual o yendo a trabajar al sindicato. Y alguien a quien ni siquiera su anterior trabajo de periodista le ha hecho descreerse de la capacidad de la política para cambiar las cosas.
¿Un grupo de gente seria y comprometida? Juzgadlo. Devolver a la gestión pública un bien común como el agua; dejar de vender humo a la ciudadanía y asumir la integración del ferrocarril como una solución, no la única, pero inevitable; poner a disposición ciudadana un presupuesto de inversión, bien valen una legislatura.
¿Y si solo fuera eso? Pero hay más, mucho más. Puede que a nuestro concejal de urbanismo le haya llevado una semana, según nos ha contado, pergeñar su discurso de hoy, ero no ha dudado en apostar por un parque de vivienda social en la ciudad; puede que a nuestra concejala de medio ambiente le reprochen -sin fundamento alguno- que sus medidas ‘hunden el comercio local’, pero no ha de tener precio que haya quien te de las gracias, no por el fuego, como Benedetti, sino por el aire; puede que sospechemos que el concejal de participación, juventud y deportes se haya clonado a sí mismo para estar presente en todos los eventos de su área, pero cuando se brindan nuevos espacios y modelos de ocio quizá su efecto sea, sin apenas darnos cuenta, multiplicador.
Esta es la candidatura, un grupo de gente, no tan seria, pero comprometida que quiere, sino cambiar el mundo, seguir cambiando la ciudad: una ciudad amable, colorida y en la que sea bonito vivir. Ese grupo de gente, decía Margaret Mead, es, de hecho, la única que puede hacerlo.