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De par en par. Que entre el aire fresco hasta el último rincón de la Casa

Como un símbolo de lo que va a ser un nuevo tiempo en Valladolid, las puertas del Ayuntamiento abiertas de par en par hacia la Plaza Mayor, recibían al recién constituido equipo de gobierno, abriendo el nuevo escenario de renovación y diálogo que las urnas impusieron el pasado mes de mayo. Un nuevo tiempo, una nueva política en la que Valladolid Toma La Palabra va a tener una voz principal en la Junta de Gobierno y la responsabilidad de gestión de tres concejalías desde las que impulsar un nuevo rumbo en la forma de hacer ciudad.

Concejales Valladolid Toma La Palabra Investidura

Ha sido el broche esperado a un proceso que nació hace más de doce meses con el objetivo que ayer se cumplió, al menos en parte: acceder al Ayuntamiento y poner esa institución al servicio de la ciudadanía. Y ahí, como una coctelera de sentimientos (responsabilidad, orgullo, vértigo, ganas, cariño y, seguramente, algo de miedito) nuestros cuatro fantásticos Alberto, Manolo, María y Rosalba recogieron su acta de concejales con la que comienzan a trazar una nueva página de la historia de Valladolid. María Sánchez, la portavoz de nuestro grupo municipal, resumía desde la emoción y la seguridad el ideario de nuestra acción política con el que hemos venido trabajando desde Valladolid Toma La Palabra: «Vamos a demostrar que se puede gobernar de forma austera sin recortar derechos, y lo vamos a hacer obedeciendo a nuestros vecinos y a nuestras vecinas. Por este motivo pedimos a la ciudadanía que trabaje con nosotros, codo a codo, y la invitamos a implicarse y a ayudarnos a caminar con un viento que parece empezar a soplar a favor.«

Manuel Saravia Investidura
Fuera (¿o era dentro? pareciera que ayer se desdibujaban los límites, con ciudadanas haciendo política desde las instituciones y políticos bailando en las calles) cientos de personas celebraban el cambio. A duras penas se podían concentrar a las puertas del Ayuntamiento para festejar este nuevo tiempo quienes quisieron ser espectadores privilegiados de un momento veinte años esperado. Ni esas instalaciones en medio de la Plaza Mayor que van a convertir en privado un espacio público (como una especie de recuerdo de lo que fue y no va a volver a ser), impidieron la celebración y la fiesta. El placer de encontrarse y celebrar ese deseo de cambio que ayer definitivamente se cumplió.

Quedan cuatro años por delante que no van a ser precisamente fáciles. Pero quién dijo miedo. A unos les tocará debatir, desgañitarse y construir mayorías alrededor de las propuestas que tienen que servir para poner a las personas en el centro de la política y «dar estabilidad a la vida de la gente», en palabras de nuestra portavoz. A otras, nos tocará seguir participando en la política de esta ciudad (ya que hemos empezado, cómo lo vamos a dejar), seguir reclamando nuestra voz en cómo se hacen las nuevas plazas, cómo se reparten los dineros o cómo se recoge nuestra basura. ¿Alguien se imagina un tiempo más esperanzador?