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“Nos sigue doliendo la sanidad…”, artículo de Rosalba Fonteriz

  • Artículo publicado en Delicias al Día el mes de enero de 2019

Hace un año más de 50.000 personas procedentes de todos los puntos de la Comunidad salimos a la calle con el lema “Nos duele la sanidad” protestando por la deriva del sistema sanitario en Castilla y León y reivindicando un cambio: una mayor inversión, revertir las privatizaciones, fin del copago sanitario y más personal.

Ha pasado un año y el pasado sábado 26 nuevamente tuvimos que salir a la calle porque “Nos sigue doliendo la sanidad…”. Y es que después de 12 meses nada ha mejorado en la sanidad de Castilla y León, sino que ha empeorado.

Y ello pese a que desde la Consejería sigan intentando vendernos el discurso de que la sanidad se encuentra entre las mejores en un análisis comparativo con el resto de las comunidades. Pues no, no es cierto. El análisis es una comparación entre las distintas comunidades autónomas de manera que si todas mejoran o empeoran en la misma proporción no se producirán diferencias en los resultados y, por tanto, los cambios de posición se deben a las posiciones relativas, es decir, que “en el país de ciegos el tuerto es rey” dice el refrán.

En primer lugar, la sanidad tiene un déficit de financiación. Durante el periodo 2010 a 2018 el recorte acumulado en Castilla y León es de más de 3.000 millones de euros. Y es que, aunque ahora comience a incrementarse la partida presupuestaria hay que compensar todo lo que no se ha invertido; por otro lado, el dinero ha perdido valor por lo que no llegamos todavía a los niveles de inversión de 2010. Además, generalmente esos incrementos han ido dirigidos a atender un mayor gasto farmacéutico consecuencia del acuerdo entre el Ministerio de Sanidad y Farmaindustria, por el que se garantiza a esta un aumento paralelo al crecimiento del PIB.

En segundo lugar, se sigue privatizando servicios en los hospitales (lavandería, mantenimiento…) y se mantienen las derivaciones a la privada. En noviembre el procurador de IU-EQUO denunciaba cómo los enfermos que debían ser sometidos a diálisis en el Hospital Río Carrión de Palencia eran derivados a clínicas privadas de Valladolid, lo que delata la falta de un plan de actuación a medio y a largo plazo. Mientras tanto, el Hospital Universitario de Burgos está suponiendo una sangría con un precio que va a duplicar el previsto y además con gestión privada.

Y es que muchos vemos un intento de privatizar la Sanidad. Si desesperamos por el mal funcionamiento pasaremos a solicitar una atención privada rápida, sin listas de espera, algo que ya ocurre en algunos casos, y por parte de la consejería se facilita la utilización de servicios privados pagados con dinero público.

Pero sin ninguna duda, los recortes se evidencian de forma más intensa en los recursos humanos; es decir, en la falta de recursos humanos. Plazas sin cubrir, falta de médicos, sobre todo de ciertas especialidades: plazas de pediatras cubiertas por médicos generalistas; falta de personal que hace difícil el trabajo por jornadas extenuantes, algunas de 14 horas. Todos hemos visto en los medios de comunicación en las últimas semanas casos ocurridos en varios puntos de la comunidad: en Burgos tres médicas de familia han dimitido por agotamiento y para sustituirlas la Gerencia de Atención Primaria envía a sustitutos que no han podido asumir su carga de trabajo y que además dejan sin atención a otros pueblos del alfoz. En Aranda la situación es parecida, médicos agotados por el número de pacientes y las jornadas maratonianas dado que sólo está cubierta la mitad de la plantilla, y en Zamora el Sacyl ha contratado a varios especialistas sin MIR hace unos días algo totalmente irregular.

Se calcula que en nuestra comunidad se jubilarán el 55% de los médicos de familia en los próximos cinco años. ¿Quién va a sustituirlos? La situación de la Sanidad es tal que acapara más de la mitad de las 6.500 quejas registradas por el procurador del Común.

Pero sin lugar a duda, el principal problema de la sanidad en nuestra comunidad es la gestión. Una gestión pésima, ineficaz, que despilfarra el dinero público en megaobras, que privatiza y que no invierte en lo más importante: recursos humanos. No basta con incrementar los recursos hay que saber gestionarlos, y para ello necesitamos a otras personas al frente de la Consejería.