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Políticos de cercanía y de trato cotidiano

  • «María Sánchez, una edil a la carrera». Artículo publicado el 11 de febrero en El Norte de Castilla

Acostumbrados a ver por la tele la política nacional, la de los trajes y corbata, los atuendos de punta en blanco y los actos oficiales, al acercarse a la política municipal hay ocasiones en la que los ciudadanos se encuentran con sorpresas. Como la de encontrarse esperando a la edil de turno para empezar una asamblea y preguntar ‘¿dónde está la concejala?’, y tenerla al lado. «Cada vez somos más mujeres, pero a la gente le sorprende ver a alguien más joven… ¡Y con mi pintilla!», se ríe María Sánchez, delegada del área de Medio Ambiente y Sostenibilidad. «Pero me lo esperaba y me pasa muchísimo. Y lo agradezco, porque también tengo que firmar las Juntas de Gobierno, porque hace de secretaria la más joven, ¡algo bueno tengo que tener!». Tiene 36 años, «que tampoco es para tanto», pero ya está curtida en esto de enfrentarse a la política municipal en una situación que puede resultar chocante para quien observa desde fuera. «Tuve a la niña justo el pasado mandato, me acuerdo de que estaba con la tripa discutiendo las ordenanzas fiscales con León de la Riva», rememora.

Lo más habitual es verla corriendo. En parte porque el despacho de su Concejalía está en la Casa del Barco, en el Paseo del Hospital Militar. Y en parte porque siempre ha sido así. «Antes, cuando estábamos en la oposición, yo tenía tres trabajos a tiempo parcial, como los licenciados en Derecho servimos para todo y para nada… Y como concejal aquí no tenía dedicación exclusiva y andaba siempre corriendo», dice. Y ese trote continuo no se ha rebajado. Al contrario. «Hemos notado un cambio, pero es más todavía más trabajo, más jaleo. Lo de ir corriendo de un sitio a otro es la seña de identidad. Y te da muchas veces cierta pena, porque cuando estás en el equipo de Gobierno mucha gente se te acerca más, quiere contarte cosas, cosas que te enriquecen», lamenta.

El jaleo llega hasta el punto de someterla a una paradoja ideológica. «Es una contradicción, porque ciertas organizaciones políticas nos empeñamos en la defensa de los derechos de los trabajadores y muchas veces no predicas con el ejemplo. Y eso sí me genera una contradicción. Te dicen ‘¿vas a coger vacaciones?’ Y respondes ‘no voy a poder’, y es un derecho, el de las vacaciones. Pero es cierto que entre comisiones, el trabajo de las concejalías, los actos representativos, hay pocos días libres».

La marabunta de ideas y propuestas que su grupo había recabado durante sus años en la oposición se topó, una vez en el Gobierno municipal, con la realidad burocrática. No todo es posible, por ejemplo. «Muchas veces te encuentras en el otro lado de la mesa a gente con la que muchas veces compartes casi todo, pero ahora muchas veces los ritmos son diferentes, las cosas se tienen que hacer de una manera, y tienes que poner las cartas sobre la mesa y a lo mejor estás de acuerdo en todo en la práctica, pero no llegamos desde la administración pública, y eso es complejo de ver», admite María Sánchez.

Otras veces las cosas sí son posibles, pero con un ritmo diferente al que el ciudadano desearía. «Berrinches sí me he llevado, sobre todo cuando tienes la sensación de que no llegas. Ese ver que pensabas que podías cambiar las cosas mucho más rápido y a veces se siente una impotencia tremenda. Y las descalificaciones, cuando se dicen cosas que no son verdad. El proceso del agua ha sido un caso, con grupos empresariales que tenían sus intereses».

Un proceso de remunicipalización que ha sido la gran batalla ganada por el Gobierno municipal y, por tanto, la gran alegría política de este periodo, según explica. «Tengo muchísima alegría cuando recibimos a mucha gente que dice que no había entrado en el Ayuntamiento. O trabajadores que te dicen que no les habían escuchado antes directamente. Y eso a mí me encanta, aunque muchas veces es para echarte la bronca, no puede ser de otra manera. La gran alegría ha sido la municipalización del agua, que era una cuestión muy complicada que hemos trabajado durante mucho tiempo y con un agradecimiento total a los funcionarios de la casa que se han puesto a ello incansablemente».

El hecho de pasar de la oposición al Gobierno hace que ahora la ciudad se vea con otros ojos. «Vivo en Huerta del Rey y lo que más me ha cambiado es que antes no me fijaba tanto en el suelo, la limpieza o los contenedores como hago ahora. Igual que cuando salgo de Valladolid, que voy mirando a ver qué clase de contenedores tienen, qué árboles, en qué estado. Y lo hablo con jefes de servicio y personal de la concejalía y me dicen que es una deformación profesional como otra cualquiera».