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«Que llueva, que llueva…», artículo de María Sánchez

  • Artículo publicado el 4 de noviembre de 2017 en El Norte de Castilla

Cuando no sabemos de qué conversar, hablamos del tiempo. Pero no es que hoy haya elegido ese tema por falta de inspiración, sino que un tema tan banal merece hoy una reflexión algo más profunda.

Estas semanas pasadas celebrábamos que, a estas alturas del año, hiciera “tan bueno”. Como urbanitas que somos, nos regocija poder seguir tomando algo en una terraza ya mediado el otoño. Pero lo sensato sería preocuparse, porque cada estación tiene su tiempo y, si eso se altera, muchos equilibrios se rompen. Si se consolida este alargamiento de las temperaturas estivales y la reducción de precipitaciones comenzaremos a ver cambios drásticos en nuestra fauna y flora, nos acostumbraremos a restricciones de agua o tendremos la atmósfera aún más sucia.

En el fondo, era más racional el antiguo recurso a las “danzas de la lluvia” o las procesiones que sacaban, y aún sacan, al santo de turno para pedir que la sequía no arruinase las cosechas. Hay un poso de sabiduría popular que, en cierto modo, estamos perdiendo, porque vivimos lejos de las bases materiales que nos permiten subsistir. Nos absorbe la inmediatez y celebramos un verano de siete meses porque podemos vivir más en la calle. Pero no, no “hace bueno”.

Esa pérdida de contacto con los ciclos naturales nos empuja a formas de vida irresponsables con el planeta. Como no vemos de dónde salen los recursos para la mayor parte de las cosas que consumimos, pensamos que son inagotables; como no vemos dónde acaban nuestros residuos, pensamos que con echarlos en el cubo correspondiente basta, sin plantearnos cómo hacer para que sean los menos posibles.

Debemos ser capaces de recuperar el equilibrio, porque como dice un conocido eslogan ecologista, “no hay planeta B”. Quizá el “superverano” que hemos vivido sea excepcional, pero en un tercio de siglo, de 1979 a 2012, los veranos se han alargado casi 20 días y algunos científicos lo vinculan al calentamiento global. Y eso tiene que ver con cómo producimos, vivimos y consumimos. Convendría pensar en ello y actuar, aunque nos sea placentero pasear en manga corta en noviembre.

Ahora vuelven las previsiones a su cauce, pero aún con poca lluvia. Bienvenido, por fin, el otoño y sus nubes oscuras.

María Sánchez

Portavoz Valladolid Toma la Palabra