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Valladolid incorpora a su plan urbanístico los «espacios del miedo»

Las aportaciones de las lectoras de El Norte, hace seis meses, se plasman en un «mapa de riesgos de género» que se tendrá en cuenta en el PGOU

«A uno le produce cierto rubor, a estas alturas, tener que introducir a alguien en la lectura de un texto que defiende la igualdad de la mujer con respecto al hombre». Esta frase encabezaba el primer Plan de Igualdad que tuvo el Ayuntamiento de Valladolid. La rubricaba Tomás Rodríguez Bolaños y era el año 1993. Entonces no se hablaba de violencia de género, ni de conciliación ni, por supuesto, del urbanismo de género. Ahora, 25 años después, la ciudad incorpora a su planeamiento urbanístico un mapa de riesgos de género que recoge las aportaciones que hicieron las lectoras de El Norte el pasado mes de mayo, en una serie de reportajes sobre los espacios del miedo. Es cierto que llega con retraso, porque esa necesidad ya se incluyó en el Plan de Igualdad de 2008, en el punto 1.7, donde se preveía «la elaboración del mapa de riesgos de la ciudad para llevar a cabo estrategias específicas para mejorar la seguridad de los habitantes y en especial de las mujeres». Ese plan dependía de la Concejalía de Urbanismo y de Alcaldía, que era quien tenía potestad entonces sobre la Policía Municipal.

No se hizo.

En el quinto Plan de Igualdad, aprobado en 2014, un año antes del relevo político en el Ayuntamiento, se mantuvo esa actuación como una necesidad de la ciudad.

Hoy es una realidad.

Para confeccionarlo, la Concejalía de Urbanismo ha contado con varias fuentes relevantes. Por un lado, la propia Policía Municipal, que ha analizado las zonas de riesgo por distritos, incluyendo en algunos casos una descripción pormenorizada de las causas, especialmente en lo relativo a las áreas mal iluminadas. Por otro, los técnicos de Urbanismo han tirado de su propio conocimiento de la ciudad, que permite delimitar como zonas de riesgo aquellas en las que no hay usos mixtos del espacio, por ejemplo. Un caso así sería el Polígono de Argales un domingo. Al no existir casi actividad al margen de la industrial, se convierte en un lugar inhóspito, especialmente de noche.

Y la tercera fuente utilizada han sido las aportaciones de las lectoras de El Norte de Castilla. Los espacios del miedo detectados por las vallisoletanas, esos lugares en los que una mujer pasa temor por el mero hecho de ser mujer, por esa percepción subjetiva que le invita a no cruzar, a cambiar de acera, a eludir ese túnel, se han incorporado al mapa.

La primera conclusión es que muchos de los puntos reseñados por la Policía Municipal y por las vallisoletanas coinciden.

La segunda es que hay otros que no. Y en esos, tan subjetivos pero tan reales, como se pudo comprobar en los comentarios enviados por las lectoras, también se ha decidido actuar siempre que sea posible.

Así, las zonas mal iluminadas son uno de los factores relevantes que, al mismo tiempo, se antojan más sencillos de solucionar. Lo que se intenta desde las concejalías de Urbanismo y de Igualdad es marcarlas como prioritarias para que se aborde su problema de iluminación con más urgencia. «Es bueno que se visibilice», explica Victoria Soto, concejala de Educación de Igualdad, «que las mujeres todavía tenemos miedo porque existen amenazas reales, no es porque nos las inventemos». Y añade que las últimas sentencias judiciales, por ajustadas a la letra de la ley que sean, «tampoco ayudan, las mujeres se sienten en cierta situación de riesgo y sienten miedo».

Normativa de género

La mirada de género ha venido para quedarse. No hay moda en esto. Es un cambio de patrón impuesto, además, por la normativa. La ley de Igualdad del año 2007 establecía, en los artículos 14 y 15, el principio de transversalidad, por el que «la perspectiva de género debe estar presente en cualquier área municipal» y se obliga a las administraciones a tener en cuenta una serie de criterios, explica Lola Cirviño, agente de Igualdad del Ayuntamiento. Una normativa que recoge diferentes resoluciones, además, del Parlamento Europeo.

«El Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid va con informe de impacto de género por primera vez», explica Soto. «Toda la normativa actual, cualquier plan que se haga, va a necesitar el informe de perspectiva de género». Y anuncia: «Lo va a tener el PIMUSSVA (Plan Integral de Movilidad Urbana, Sostenible y Segura de la Ciudad de Valladolid). Eso favorece muchísimo que se vea con otros ojos, con otra perspectiva y que la mitad de la población se vea reflejada». Incluso, en un paso más allá, «los presupuestos van a incluir este año perspectiva de género. Y en años sucesivos hay que hacerlo de manera más transversal y más amplia».

Nuevos diseños

Manuel Saravia, concejal de Urbanismo y teniente de alcalde, explica que «en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana se ha redactado un estudio de evaluación de impacto de género, como se prometió». El nuevo PGOU será sometido ahora de nuevo a exposición pública y en enero o febrero debería aprobarse de nuevo en el Pleno para que después sea la Junta la que otorgue el visto bueno definitivo.

Resulta especialmente relevante el hecho de incluir este informe de género porque el Plan General que se quiere aprobar es el que busca permeabilizar la vía del tren con pasos subterráneos y túneles. Y son precisamente los pasos subterráneos actuales los que más unanimidad levantaron entre las mujeres vallisoletanas que contestaron a la llamada a la participación de El Norte.

«Se intenta actuar en los puntos más problemáticos con un diseño cuidado. Especialmente en los pasos críticos, por ejemplo, bajo las vías»,señala Manuel Saravia. Y pone un ejemplo: «La obra de la plaza de Rafael Cano puede servir de pauta. Tiene más anchura que longitud. Y por supuesto se ve el otro lado cuando se accede. Intentamos, por tanto, aplicar soluciones de diseño para reducir la sensación de miedo», explica. Soluciones que en realidad no son una invención reciente, sino que en Europa, adonde Saravia mira con asiduidad para encontrar modelos de ciudad que puedan servir de buenos ejemplos para Valladolid, ya se ponen en práctica desde hace muchos años.

La necesidad de aplicar esa perspectiva de género al urbanismo es algo que aún hay que explicar muy bien para evitar reacciones contrarias. Ya le sucedió a Manuela Carmena en Madrid, por ejemplo. Y sin embargo no es un capricho, como se insiste desde la Unión Europea, donde se han creado organismos, informes, métodos de acción… En ellos se insiste que la acción de género debe ser «transversal», es decir, que debe afectar a todas las áreas. En Valladolid, por ejemplo, se estudia cómo mejorar el servicio de autobús urbano. Incluso se sopesó crear unas ‘paradas a la demanda’, aunque su puesta en marcha es más compleja de lo que se puede suponer.

En lo tocante al diseño de la ciudad, esa perspectiva obligada ya ha llegado. Y lo ha hecho, de entrada, con la elaboración de un mapa de riesgos en el que las vallisoletanas han participado activamente. Aunque hayan tenido que pasar 25 años desde el primer Plan de Igualdad.

 

Reportaje publicado en El Norte de Castilla el 1 de diciembre por Antonio G. Encinas